Si la fachada exterior de la Catedral Basílica de Zacatecas es su principal rostro, significa entonces que el retablo de su nave central es el corazón de dicho templo. Hoy, este recinto estrena un corazón contemporáneo en su forma, pero que en el fondo permanece fiel a su Iglesia.
Este nuevo corazón pesa cerca de 20 toneladas y está hecho de abedul finlandés bañado en oro de 24 kilates.
Javier Marín, escultor michoacano de creciente renombre internacional, es el autor del retablo. En breve entrevista con este medio, reconoció la participación de los arquitectos Claudio y Cristian Gantous, a quienes se debe la solución de gran parte de los problemas que se presentaron tanto de estética como de funcionalidad y de distribución de los elementos.
De acuerdo con Marín, la madera de abedul está dispuesta en doce capas, tratadas con la más alta tecnología. Explicó que el abedul es una madera muy estable: “es sumamente duradera y es precisamente lo que necesitamos, una madera que ni se mueva, ni se expanda, que ni se encoja ni reaccione a la humedad; es de mucha calidad”.
El retablo mide 17 metros de altura por once de ancho y está recubierto de oro por sus dos caras. En total, la obra requirió de cinco kilos y medio de este metal, de origen zacatecano, donados por la compañía Goldcorp.
En el retablo hay once imágenes, encabezadas por la Virgen de la Asunción, a quien está dedicada la Catedral zacatecana. Santa Ana y San Joaquín, padres de la Virgen María, flanquean su imagen, y en orden descendente hacen lo propio San Juan Bautista, San Agustín de Hipona, Santo Domingo de Guzmán, San Antonio de Padua, San Ignacio de Loyola, y a los costados los zacatecanos San Mateo Correo y el beato Miguel Agustín Pro.
Ante el retablo se encuentra una cruz, sencilla en su diseño, al centro.
(Foto: Oss Compean Equipo de Promoción Y Difusión)
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